Comeenten! :D
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Capitulo 5:
No se acordaba de cómo había regresado hasta allí. Fuuka estaba sentada en la cama, mirando fijamente la superficie del pequeño pastillero. Era el de Aidou. Aidou se lo había dado. Y las pastillas de dentro, también. (Estas pastillas… ¿Me ayudan en algo…?) Una de las pequeñas pastillas cayó sobre su mano. Diminuta, blanca… de verdad, parecía absolutamente normal. Pastillas de sangre. Así se llamaba, aquella medicina en desarrollo. Se suponía que aquellas píldoras iban a ralentizar su transformación en vampiro. En un monstruo sediento de sangre. (Me convertiré en… algo así…) Todavía no podía creérselo.
- ¿Qué será de mí…?— Dijo, apretando con el puño cerrado la pequeña pastilla en su mano. Aidou se lo había confesado todo abiertamente, sin ocultarle nada. Le había explicado todo lo que sabía sobre los sangre pura, lo que les sucede a los humanos que son mordidos por uno de ellos. Iba a convertirse en vampiro, y dejar de ser humana para siempre. Un ser temido por todos, un monstruo bebedor de sangre… hasta caer al nivel E. Y al parecer… el hombre que la había atacado el día anterior en la ciudad… era propiamente un nivel E. (Eso que vi… fueron los colmillos de un vampiro). Aquellos dos afilados colmillos que sólo pudo ver un instante. Si Aidou y Shiki no hubiesen aparecido, se habrían clavado en ella para beberse su sangre… (O más bien, si yo no me hubiese empeñado en perseguirles, no me habría topado con semejante situación…) Y de repente, irónicamente, el concepto que tenía de aquella situación cambió, de hacerle pensar en “el momento en que Aidou le salvó”, a “el momento en que vi al monstruo en que me yo también me convertiré”.
El momento de caer al nivel E… se aproximaba lentamente. Se preguntaba… qué sentiría entonces. Quizá atacaría a sus amigos, a quien tuviese cerca… y se bebería su sangre. Quizá, mientras el vampiro que eres bebe la sangre de una persona… tu corazón humano grita de horror. No quería convertirse en eso. Quería vivir como un humano normal.
- Ugh…
No podía huir de su destino. Aquél Aidou que se lo había explicado, le parecía ahora a Fuuka tremendamente amable. Desde luego era preferible a irse degradando sin saber qué le ocurría. También podría haberla engañado, pero no fue así.
- Y todos ellos… son vampiros desde que nacieron…
Según Aidou, todos los alumnos de la clase nocturna eran vampiros. Además, Kaname era un sangre pura, la élite; la cúspide de la pirámide de los vampiros. En segundo lugar estaban los “nobles”, clase a la que pertenecían gran parte de los alumnos. Después estaban los vampiros normales, luego los ex humanos… y por último, a un nivel tan bajo que ni siquiera merecían estar en la pirámide… Los de nivel E. El fin de la escala, aquellos que esperan la muerte, muerte que los vampiros de la pirámide se encargaban de darles. Ellos eran “Los que se encargaban”. Fuuka era… “Aquella de quien debían hacerse cargo”. Esa diferencia era dolorosa. Desde el momento de nacer… eran distintos. Su rango social… era totalmente distinto. Demasiado distinto. Según la escala social, Fuuka no era más que una más que algo parecido a un animal de compañía.
- Si de verdad es así… Quizá habría sido mejor, incluso, que no la hubiesen salvado.
Pero todo lo que has vivido hasta ahora… no ha sido infeliz, ¿Verdad? ¿No ha habido ni una sola vez en la que hayas pensado que eras feliz? Las palabras de Aidou retumbaban en su mente, y el corazón de Fuuka, que había comenzado a alterarse, de repente se calmó.
- No odio a nadie, yo…— Por mucho que aquello que le estaban haciendo pasar ahora… le crease una sensación dolorosa en el pecho.
Por mucho que tuviese ganas de gritar y salir corriendo. No le quedaba más que un camino a seguir, vivir desesperadamente cada día que le quedaba hasta el fin. Ella era ella, así que no iba convertirse en otra existencia. Tenía que ser ella misma hasta el final.
- Y también por eso…— No tenía otra opción que tomar las pastillas. Eran la última esperanza que le quedaba. Aquello que ralentizaba su caída, su única manera. Una esperanza pequeña, muy pequeña… pero a la que no tenía más remedio que aferrarse.
- ¡…!
Un mareo la sorprendió. De repente, su visión se tiñó de rojo, de un rojo intenso. Tenía sed. Tenía la sensación… de que todo su cuerpo estaba seco. Apresuradamente, se metió en la boca una de las pastillas y la tragó con un vaso de agua que había en la mesilla de noche. Se tomó todo el agua de golpe, y al terminársela, respiraba frenéticamente. Lo que le había aliviado la sed era el agua… ¿O lo otro? Fuuka, temblando de miedo, se quedó paralizada, sin poder mover un músculo. (Que alguien me salve… ¡Que alguien me salve…!) Las súplicas de aquella pequeña chica, no llegaban a los oídos de nadie. En medio de la oscuridad, Fuuka se encogió y, hecha un ovillo, continuó temblando toda la noche.
* * *
- Fuuka, últimamente estás un poco pálida… ¿Te encuentras mal?— Preguntó Kanae preocupada, mientras se ponía el uniforme de la escuela por la mañana.
- ¿Eh? No, qué va. No me pasa nada, estoy perfectamente.
- Bueno, si es así, bien, pero… ¿Ya duermes bien, últimamente? No tienes apetito, tampoco… Si te pasa algo, sabes que me lo puedes contar. No te cortes, ¿Vale?
- Sí, lo sé. Gracias…— La amabilidad de Kanae, al colarse en su pecho, dolía un poquito.
- Bueno, yo voy tirando primero, ¿Eh?— Dijo Fuuka, y en el momento de levantarse para salir, volvió a sentir un mareo. La visión se le nubló, y una desagradable sensación se extendió por todo su cuerpo. (No…) Intentó aguantarse, pero los zapatos que sostenía en las manos le resbalaron de la punta de los dedos y cayeron al suelo. Kanae, al notarlo, corrió hacia ella.
- ¿¡Qué te pasa, Fuuka!? ¡Estás pálida!
- Estoy bien… si me tomo las pastillas… estaré bien…
- De todas formas, túmbate un poco, venga. ¿Puedes mantenerte en pie? Apóyate en mi hombro. Ten cuidado con los pies…— Sosteniendo a la temblorosa Fuuka con todo su esfuerzo, Kanae la llevó hasta la cama. Le hizo sentarse en el lateral de esta, y la chica tomó una de las pastillas de su pequeña cajita. Kanae fue corriendo a buscarle un vaso de agua.
- Toma, agua. ¿Llamo a algún profesor, o al médico?
- Estoy bien… ya me he acostumbrado.
Se tomó la pastilla.
- Si descanso un rato ahora… en seguida estaré bien otra vez.
Sin darse cuenta, una de las pastillas que quedaba en su debilitada mano resbaló, cayendo en el vaso de agua. - Oh, vaya. (Con lo importantes que son…) Acababa de desperdiciar una. La pastilla, hundiéndose en el agua poco a poco, comenzó a teñirla de un color rojo intenso a medida que se deshacía. Un rojo intenso, un casi tenebroso color carmesí.
- Qué color tan… inquietante. ¿Fuuka, de verdad eso es una medicina?
- Sí, sí… tranquila. Parece que lleva alguna clase de colorante. No es tóxico para el cuerpo, y además, siempre me las tomo sin disolverlas.
Intentando que su amiga Kanae no sospechase, lanzó una mirada al vaso con naturalidad. (Así que… estas pastillas están hechas de sangre, al fin y al cabo…) Se preguntaba si, aquél color vivo e intenso, llevaría algo más que sangre, simplemente. Además, ahora, la que se acababa de tomar… se estaba convirtiendo en aquello en su interior. (Estoy… bebiendo sangre) La forma no importaba, por el hecho de estar bebiendo sangre… ya era un monstruo. Fuuka sacudió la cabeza para librarse de aquella extraña oscuridad que se estaba apoderando de ella.
- ¿Estás bien? Será mejor que hoy no vayas a clase. Ya me encargaré yo de decírselo al profe, tranquila.
- No, no… descansaré un poquito e iré en seguida. Dile sólo que me retrasaré un poquito.
- Vale, como quieras… pues yo me voy ya, ¿Eh? Pero no hagas sobreesfuerzos— Pidió Kanae con cara de preocupación, mirando a su amiga.
Quería quedarse allí, cuidando de ella, pero tuvo que salir corriendo al oír la campana de inicio de las clases. Tumbada en la cama, Fuuka respiraba aceleradamente. Era raro. La pastilla estaba tardando más de la cuenta en hacer efecto.
- Ya no tengo tiempo… tengo que ir a la escuela… Aunque sea sólo un poco, quiero llevar una vida normal… Si tan sólo pudiese contarle a Kanae la verdad… Pero no podía. Los humanos normales no podían saber de la existencia de los vampiros. Si se lo dijese, seguro que nunca más podría volver a tener una vida normal.
Además, si Kanae se enteraba del destino de Fuuka, quizá se vería arrastrada al mismo sufrimiento que ella. No quería arruinar la sonrisa de Kanae, aquella que tanto le gustaba. Así que… lo ocultaría. Y cuando cayese al nivel E… sencillamente desaparecería de su vida sin más. Aquella era la conclusión a la que Fuuka llegó.
- Lo siento, Kanae… lo siento…— Susurró Fuuka, mordiéndose en silencio el labio inferior.
* * *
Al caer la noche, y tras comprobar que Kanae ya se había dormido, Fuuka se dirigió al Dormitorio de la Luna. Aquél edificio que reflejaba la esplendorosa luz de la luna… el hogar de los vampiros. Nunca había imaginado que llegaría a ser invitada a aquél lugar. Al llamar a la puerta, en seguida apareció Aidou.
- Aah, eres tú. ¿Pastillas?
Con un gesto inexpresivo, completamente distinto al suyo de siempre, asintió.
- En seguida te las traigo. ¿Quieres entrar?
- Mejor me quedo aquí.
- Como quieras. Espera un momento, pues.
Y pensar que aquél había sido un lugar tan divertido para ella… y aquél día, sólo el hecho de dirigirse hacia allí le había dado angustia. Ya no quería ver la cara de Ichijou, ni la de nadie. No quería ver aquella faceta fría, oculta tras la máscara de amabilidad. Aidou también formaba parte del equipo de investigación, pero había decidido creer en él. Sólo en él, pues era el único que había sido sincero con ella.
- Con esto supongo que tendrás para un tiempo.
Al tomar el montoncito de pastillas con la mano, pronunció unas pequeñas palabras de agradecimiento.
- Muchas gracias…
- Oye, no te encuentras bien, ¿Verdad? Tienes un color de cara…
- No me pasa nada. Además, me estoy tomando las pastillas con regularidad…— Se apresuró en dibujar una sonrisa en su rostro.
- ¿Sí? Bueno, entonces bien. Pero si algo cambiase, ven a decírmelo, ¿Eh?
- Vale. Ah, y por cierto… muy pronto es el día de Saint Chocolate… Puesto que vio que Aidou se dio cuenta de que ella no iba a aguantar mucho más, decidió decírselo sin más.
- ¿Eeh? Sí, bueno… es verdad que hay un día de esos…
- ¿Qué chocolate te gusta, el amargo o el dulce?— Preguntó al recordar que había acordado consigo misma el entregarle a Aidou un chocolate de agradecimiento.
Pese a que, en el momento en que lo decidió, no sabía cómo iban a volverse las cosas… En lo que habían parecido instantes, el destino de Fuuka había cambiado drásticamente… y se había teñido de rojo.
- Ah. Bueno… el dulce me gusta, pero tampoco demasiado. Si es muy empalagoso, no me apasiona… acaba teniendo mal sabor, ya sabes.
- Ya veo…
(Y pensar que yo me colé en este dormitorio por el día de Saint Chocolate…) Y se encontró con Kaname en el jardín. Entonces comenzó todo… Era algo bastante reciente, y sin embargo lo tenía grabado en la mente como un recuerdo muy, muy lejano.
- Vale. Es que pensaba regalar chocolate aquél día.
- ¿Eh? ¿Pero de qué hablas?— Dijo encogiéndose de hombros, al oír unas palabras de Fuuka que no era capaz de comprender del todo. — ¿No estarás pensando en dármelo a mí, no?
- Claro que no. Quiero dárselo a Kuran-sempai— Dijo sacándole la lengua al chico que, al oír sus palabras, puso una visible cara de enfado. — Bueno, pues nada… ¡Me esforzaré!
- No voy a permitirte que se lo des a Kaname-sama. Te detendré tantas veces como haga falta.
- Muy bien, ¡Acepto el reto!— Rió divertida. Por un momento, parecía que volvía a ser la de siempre. Aidou, apartando la mirada, intentó no pensar en la tragedia que le esperaba a aquella chica. Acompañó a Fuuka hasta la puerta. Una vez ella hubo regresado al dormitorio, Aidou se encontró con Kain.
- Akatsuki…
- Ella es un sujeto de experimento, hasta el final— Dijo con frialdad. No parecía acusar a Aidou de nada, pero tampoco defenderle. Sencillamente, parecía estar limitándose a recordarle la realidad. Con sus palabras, le estaba advirtiendo que no se implicase demasiado sentimentalmente.
- Ya lo sé, maldita sea. Eso es evidente— gruñó malhumorado, entrando en su habitación, dejando atrás a Kain con la palabra en la boca. Exhalando un suspiro, susurró:
- Nosotros somos… los que la observamos. No podemos mezclar nuestros sentimientos en esto. Si lo haces… no sólo va a ser doloroso para ella, sino para ti también. Hanabusa… ¿Es que no te das cuenta de eso?
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AWW!! Solo falta 1 cap para terminar esta historia! Es muy buena! Gracias por leer... y a por el ultimo capitulo!
Hola me gusta tu blog porde pasaros por el mio
ResponderEliminarhttp://withoutwakingdreams.blogspot.com/