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jueves, 15 de julio de 2010

Capitulo 4 - Ice blue no Tsumi =)

Capitulo 4:

En aquella aula, en plena noche, sólo había una luz encendida que se filtrase por la ventana. Durante la hora del descanso, todos los vampiros se reunían alrededor del asiento de Ichijou.
- Hace ya una semana que toma las pastillas… ¿Cuál es su condición actual?
Ruka lanzó una mirada furtiva a Aidou mientras hojeaba unos papeles.
- Parece que funcionan.
- Pero hasta que no pase algo más de tiempo no podemos estar seguros, ¿no?
Rima Tooya metió la mano en la bolsa de chocolatinas de Senri Shiki.
- Oíd, vosotros dos… no os habéis dignado ni a dejaros ver estos días— Se quejó Aidou, lanzándoles una amenazadora mirada.
- Pero si ni siquiera salimos fuera con vosotros aquella noche…
- Además, piensa que estar aquí ahora, es nuestra forma de colaborar con la investigación…
Aquellos dos, que trabajaban como modelos, contestaban con su rostro serio de siempre, y hablaban como si tuviesen siempre la mente en blanco.
- Ah… chicos, vale que yo sea un genio y todo eso, ¿pero no estáis contando demasiado conmigo? Aunque bueno, supongo que es inevitable…— Dijo Aidou, posándose la mano sobre el pecho justo en el momento antes de que Ruka le propinase una certera colleja.
- No es eso. Sencillamente parece que tú te llevas bien con esa chica—. Dijo ella.
- ¿Qué has dicho…?
- Dejadlo ya. Hanabusa, Ruka— ordenó Kain, que al aparecer pareció suavizar un poco el ambiente.
- Bueno, Hanabusa; tú eres el que está poniendo más de tu parte en esta investigación, así que es normal que te confiemos la faena—. Ichijou le dedicó una de esas sonrisas amables de siempre. Dirigió entonces la mirada a la parte delantera del aula. — El profesor llegará ya mismo.

Aidou arrancó de las manos a Ruka los papeles donde tenía apuntados todos los datos, y volvió a su asiento. Hasta que llegó el profesor, se limitó a echarles un vistazo rápido, sin leerlos detenidamente. Repasó los documentos que él mismo había escrito. Desde aquél día, le había estado dando las pastillas cada día, pero… (Cada día la dosis que necesita es más alta; eso está claro) Aquello era algo distinto a lo que ponía en los gráficos. Según estos, la dosis estimada que la chica necesitaba debería de ser algo menor. Aun así, Fuuka, cuando visitaba el dormitorio de la luna, siempre parecía estar bien, con una sonrisa en la cara. Era por eso que… (Está comenzando a mostrar resultados). Por un instante, dirigió la mirada al Dormitorio del Sol, que se veía desde la ventana. Había todavía muchas luces encendidas, por lo que parecía que todavía había muchos alumnos de la clase diurna despiertos. En aquella escuela, en la que los vampiros convivían con los humanos. (Es por eso que… yo me encargaré) Lo hacía por aquél que gobernaba en el mundo de los vampiros; por Kaname. Aquél era su deber, y el motivo de su existencia.

* * *

- Fuuka, vamos a comer— Dijo Kanae, sacando su caja con la comida a Fuuka, que apoyaba la mejilla sobre el pupitre con la mirada perdida.
- Psé…— Respondió sin ganas.
- Hoy han preparado mi plato favorito. ¿Qué crees que habrá de postre? Sin escuchar las palabras de su amiga, Fuuka estaba sumida en sus pensamientos. (¿Por qué sueño cada día lo mismo?) Si de verdad tan sólo fuese un sueño, no habría motivos para tomárselo tan a pecho, pero era demasiado real. Tan real, que resultaba desagradable, casi terrorífico. (Últimamente no me encuentro muy bien, seguramente sólo será por eso)


Por culpa del sueño, apenas dormía. Y por culpa de eso, su anemia empeoraba progresivamente. Fuuka alargó la mano hasta el bolsillo de su falda. Sacó el pequeño pastillero que compartía con Aidou. Era ya el séptimo día desde que comenzó a tomar las pastillas, pero sin embargo no parecía que su situación mejorase demasiado. (El sonido de un frenazo, y un grito… sangre roja… mi sangre) Cada vez que recordaba aquél sueño, le daba la sensación de que su propia sangre fluía por el exterior de su cuerpo. Por mucho que intentase olvidarlo, sentía como si lo tuviese tatuado tras los párpados, y no pudiese apartar de su mente aquella visión. Era la primera vez que le ocurría algo así. Normalmente, por mucho que hubiese tenido sueños horribles, un sueño no era más que un sueño. Era normal que se olvidasen con el tiempo.
- ¿Qué te pasa, Fuuka? ¿No será que estás todavía dándole vueltas al plan del día de Saint Chocolate, verdad?
- ¿Eh? ¿Qué día de Saint Chocolate?— Al ser devuelta a la realidad, parpadeó nerviosa. Frente a ella, Kanae la observaba con su caja del almuerzo abierta.
- ¿Eh, no es eso?
- S-sí, ¡sí que es eso! Si comienzo a pensar en el chocolate… no puedo parar, ya lo ves.
- Cómo no. Parece que te lo tomas muy a pecho, ¿Eh? Bueno, ¿y ya has decidido qué clase de chocolate le darás?
- ¿Qué clase de qué?— Preguntó Fuuka, inclinando la cabeza a un lado, como si fuese la primera vez que oía hablar del tema. Al caer en la cuenta, dio una palmada en el aire. — ¡Oh, es verdad! Que iba a entregarle unas chocolatinas a Kuran-sempai.
- Oye, ¿Pero qué te pasa? Para qué diablos te colaste en el Dormitorio de la Luna aquella noche si no, ¿eh?— Exclamó Kanae, alzando la voz más de la cuenta. Fuuka corrió a hacerle callar.
- ¡Kanae, no lo digas tan alto…!
- Ah, lo siento, lo siento— Dijo encogiéndose de hombros, nerviosa. Entonces, haciendo el gesto de secarse el sudor de la frente, continuó hablando. — Entonces… ¿Has investigado ya sobre los gustos de Kuran-sempai?
- Eh… estoo…— Después de aquella noche no había vuelto a ver a Kaname, así que lo cierto era que tampoco había tenido oportunidad de recopilar información. Dejando de lado a Aidou, que ya se ponía hecho un basilisco en cuanto intentaba sacar el tema de Kaname, tampoco los demás le habían dicho absolutamente nada, pues si intentaba preguntarles cualquier cosa, siempre lograban esquivarle el tema con una habilidad envidiable. (Lo cierto es que siempre he estado tan encantada sólo con la idea de poder entrar libremente en el Dormitorio de la Luna, que ni siquiera había pensado en recopilar información ni nada de eso…)

De repente, la imagen del rostro de Aidou apareció en su mente, y Fuuka se puso colorada como un tomate.
- ¡Eh! ¿Fuuka, qué te pasa? ¿Tienes fiebre, o algo?
- No, no… no es nada, tranquila. Sólo me he imaginado que Kuran-sempai llegase a aceptar mis chocolatinas y… no es nada, nada de nada— Dijo sacudiendo la cabeza energéticamente.
Por mucho que quisiese engañarse a sí misma, no podía ocultar el hecho de que su corazón estaba inquieto. (Por qué… ¿Por qué aparece de repente en mi cabeza la imagen de Aidou-sempai?) Además, el momento que recordó, fue el de aquella noche. El día que se desmayó, y él la sostuvo con sus brazos. Aquellos ojos llenos de preocupación, que la miraban fijamente… Al volver a tornarse coloradas las mejillas de Fuuka, su amiga Kanae sonrió.
- Vaya, sí que te gusta de verdad, Kuran-sempai…
- S-sí… (Eso, ¡A mí quien me gusta es Kaname-sama! ¿Qué tiene que ver Aidou-sempai?)
Su corazón latía precipitadamente, pero ese palpitar no era una sensación desagradable. Ese hecho era lo que, precisamente, preocupaba más a Fuuka. (¡Aaah! ¡Ya basta!) Aquél mediodía, fue incapaz, por supuesto, de probar bocado.

* * *

- Oye, Fuuka. ¿Qué tal estaba el de esa tienda?
- Psé…
El fin de semana, al recibir el permiso para salir de la escuela, Fuuka había ido con Kanae a la ciudad. El objetivo principal era el de comprar el chocolate, pero, por encima de todo, también era el prometido
agradecimiento a Kanae por ayudarla a escalar el muro aquella vez.
- Desde luego, es mucho mejor que lo prepares tú misma. ¿Y el día de Saint Chocolate se lo llevarás a primera hora de la mañana al balcón, no? Así seguro que logras impresionarle. ¿Vamos a ver esa tienda de allí?
Kanae, visiblemente más emocionada que su amiga, comenzó a tirar de ella para hacerla caminar. Fue entonces… (¿Eh? Ese es… ¿Aidou-sempai…?) Al otro lado de la calle, la silueta de alguien demasiado parecido a Aidou llamó su atención. Entró en un callejón, acompañado de otra persona. (Y ése que está a su lado… podría ser Shiki Senri-sempai?) Desde que frecuentaba el Dormitorio de la Luna, no se había topado ni una sola vez con Shiki. Pero, sin embargo, era fácil recordar la cara de un modelo, que solía ser muchas veces la comidilla de las chicas de la clase diurna.
- ¿Qué pasa, Fuuka?
- Ah, eh… he visto a un conocido, voy a saludarle, ¿vale? Ves tirando, que yo te alcanzo después. Cruzando la carretera, llegó al bordillo opuesto. Se dispuso a entrar en el callejón en el que los había visto desaparecer, y avanzó hacia allí, dando rápidos pasos. De repente, se detuvo en seco y se dio la vuelta. (… ¿y… por qué demonios les estoy siguiendo?) Se preguntó a sí misma, y en el momento de responderse a aquella pregunta, el corazón le dio un vuelco, haciéndole sentir un calor extraño en el pecho. (Será mejor que vuelva con Kanae…) Pensó, pero justo en aquél momento, de repente, algo saltó desde arriba, situándose cerca de ella.
- ¡Aah!
Cuando se dio cuenta, notó que esa persona, mucho más grande que ella, la rodeó con los brazos por la espalda.
- Hm… pareces deliciosa… — Dijo susurrando en el oído de Fuuka, y deslizó su lengua por el cuello de la chica. —
-¡Ugh!
(¿Q-qué es esto? ¿Un pervertido? ¿Un loco?) Fue en aquél momento.
- Eh, suéltala.
Al parecerle oír la voz de Aidou, Fuuka notó que su cuerpo era lanzado contra el suelo. Medio-levantándose y volviéndose hacia la escena, vio que el hombre que la había atacado estaba inmovilizado por algo que parecía… un látigo. De la boca de aquél hombre, sobresalían dos…
(… ¿Colmillos?)
- ¿Tú que eres… un noble?— Gruñó el hombre, con un tono de burla evidente. Entonces fue lanzado por los aires con aquél látigo. Al fijarse bien, Fuuka quedó perpleja. (¿Shiki-sempai…?) Por algún motivo, daba la sensación de que el látigo salía directamente de la yema de sus dedos…
- ¡Ven aquí!— Ordenó Aidou, agarrándola del brazo, y Fuuka comenzó a correr, volviéndose hacia atrás continuamente. Corriendo, corriendo… salieron del callejón, llegando a la carretera principal. El impacto de la claridad del sol dañó un poco sus ojos.
- ¿Qué estabas haciendo allí?
- ¿Cómo que qué? Hoy había venido de compras… pero… más bien, ¿Qué era lo que hacíais vosotros? Shiki apareció entre la oscuridad del callejón.
- Ya he terminado, Aidou-san— Dijo, con su piel blanca como el mármol. Parecía transparente, reflejando el sol. Desde luego, a simple vista no parecía capaz de lanzar a alguien por los aires con un látigo, tal y como había hecho instantes antes. — Esta chica…— Los ojos de Shiki se posaron sobre Fuuka.
- Ah… es la chica de la que te hablé. La de la clase diurna.
En un instante, Shiki apartó la mirada de Fuuka y se dio la vuelta sobre sí mismo.
- Bueno, yo me voy a continuar trabajando... Hasta luego.
- Vale.
Después de que Shiki se marchase, Aidou miró algo perturbado… podría decirse que molesto, el rostro de Fuuka.
- Eh… esto… Muchas gracias por librarme de ése pervertido.
- ¿Pervertido…?
- Ehh… y no le he dado las gracias a Shiki-sempai, por favor, dáselas de mi parte, también. Estoy haciendo esperar a mi amiga, así que… me voy, ¿Vale?— Dijo Fuuka, dedicándole al chico una formal reverencia y saliendo apresurada de allí. (Que Aidou-sempai me rescate de un pervertido… ¿De verdad existen casualidades así?) Pensó, con el corazón enloquecido. Que sus mejillas estuviesen tan rojas… ¿Sería sólo cosa de estar corriendo? Aidou, viendo desaparecer a Fuuka entre la masa de gente, se retiró el flequillo hacia atrás.
- Un pervertido… Bueno, si piensa eso, no creo que haga falta llegar a borrarle los recuerdos…— Se dijo Aidou.
Kaname le había ordenado ir a cazar a él y a Shiki, y parecía que habían llegado justo a tiempo para evitar que aquél vampiro ex humano clavase sus colmillos en el cuello de Fuuka. Fuuka estaba teniendo demasiados problemas de anemia últimamente. Si aquél vampiro la hubiese atacado… posiblemente la habría debilitado demasiado, hasta llegar a matarla. (Así que… puedo pensar que lo he hecho por ella… por su bien…)
- ¿Pero qué diablos estoy pensando?— Se dijo a sí mismo, como negándose el pensamiento. Una vez más, se retiró hacia atrás el flequillo.

* * *

( Kaname-sama, Kaname-sama. A mi quien me gusta es Kaname-sama). Una vez llegada la hora del apagado de luces, Fuuka se encontraba dando vueltas en su cama, pensando. Sentía que necesitaba desesperadamente repetírselo a sí misma una y otra vez. Cerró los ojos, concentrándose por intentar ver su rostro aparecer en su mente. (Aaah…¡¡¡No…!!! La de Kaname-sama, ¡¡la cara que quiero ver es la de Kaname-sama…!!) Cada vez que lo intentaba, en su mente aparecía el rostro de Aidou.
- ¡Ya basta…!— Gruñó moviendo brazos y piernas frenéticamente, abrazándose a la almohada y apretando los ojos con fuerza. — A mí no me gusta Aidou-sempai. Es frío, antipático, malhumorado…
Abrió los ojos de repente.
- Pero… me ha salvado, ¿No? Aquél que la sostuvo y la ayudó el día del desmayo no fue Kaname, sino Aidou. Desde luego aquella debió de ser una situación incómoda para él, pero sin embargo, estuvo cuidando de ella sin poner ni una sola queja. Se quedó al lado de Fuuka hasta que esta se calmó. Además, la había salvado de las garras de aquél pervertido ese mismo día… El corazón volvió a latirle con fuerza. Una vez más. (Será que no le conozco muy bien…) La primera impresión que tuvo de él fue espantosa. A partir de entonces, en general, su opinión de el nunca había sido demasiado buena, por lo que no estaba muy segura de lo que pensaba. Si de verdad fuese una mala persona, no se habría molestado en salvar a Fuuka. Si de verdad fuese frío, no habría acompañado a Fuuka hasta la puerta cada noche para que no volviese sola. Aidou siempre había sido bastante brusco con ella, por lo que nunca había actuado con mucha naturalidad frente a ella. (No, seguro que me he hecho una mala imagen de él. En realidad, me gustaría conocerle mejor…) Agachó la cabeza, pensativa. (¡No, me equivoco! A mí quien me gusta es Kaname, así que a quien quiero conocer en profundidad es a él, no a Aidou-sempai).

Y el corazón volvió a descontrolarse. Era parecido a la que sintió cuando comenzó a gustarle Kaname. Aquella sensación que parecía no querer dejarle respirar. Sin embargo, esa vez era algo diferente. Con Kaname había sentido una especie de nerviosismo, pero aquella vez… eran como mariposas en el estómago.
- ¡Aah…! ¿Qué debería hacer? No sé de qué va esto, pero no sé qué hacer…— Murmuró hundiendo la cara en la almohada y exhalando un profundo suspiro. — ¡Ah! ¡Ya lo tengo!— Se dio cuenta de algo. (Le daré también chocolate a Aidou-sempai. Será una forma de volver a agradecerle todo lo que ha hecho por mí, una especie de… regalo de cortesía. Además, tengo que darle las gracias de alguna forma por salvarme hoy, también) Eso, iba a ser nada más un regalo de agradecimiento. No es nada raro hacerlo.
- ¡Vale, decidido! El de “verdad” se lo daré a Kaname-sempai, y a Aidou le daré sencillamente el “chocolate de las gracias”. Si lo hago así no habrá problemas. Aunque… ¿De qué problemas hablo?
Al haber alzado la voz más de la cuenta, Kanae se dio la vuelta desde la cama de al lado, murmurando. Fuuka, sobresaltada, se tapó la boca con ambas manos. (Uy, cuidado, cuidado. Voy a despertar a Kanae). Una vez más, se tumbó en la cama, y se cubrió con el edredón hasta la cabeza. De aquella forma, aunque alzase la voz más de la cuenta, quizá sería más difícil que se la oyese. (Me pregunto qué clase de chocolate le gustará a Aidou-sempai…) El día que llevó las galletas al Dormitorio de la Luna, desde luego Aidou tomó algunas, así que no podía decirse que no le gustasen los dulces. Aunque también podría ser que las galletas le gustasen, pero que algo más dulce le resultase empalagoso. O quizá fuese un amante de los dulces… Le faltaba información.
- Ugh… no lo sé…
También sería mejor hacer algo no demasiado femenino. Un chocolate demasiado… “mono”, podría hacer que él tomase a Fuuka por una niña. Sin embargo, si hacía algo demasiado moderno y elegante, parecería que le ha puesto demasiado sentimiento.
- El chocolate de Aidou-sempai… hm…
Frunciendo el ceño bajo las sábanas, Fuuka pensaba y pensaba; hasta que se levantó de repente.
- ¡Claro, puedo preguntárselo! Podría sencillamente preguntarle directamente a él en cuestión. Así, seguro que no cometería error alguno. Dirigió la mirada al reloj de la mesilla de noche. Ya era bastante tarde; por lo que no parecía ser el momento más adecuado, y aquella noche tampoco tenía intención de pasar por el Dormitorio de la Luna, pero… (Quizá ya esté durmiendo… pero tengo que intentarlo. Siendo de la clase nocturna, muy posiblemente esté todavía levantado).
- Si lo está, me vuelvo para aquí y ya está. Y si sigue despierto… pues intento preguntárselo.
Fuuka se apresuró hacia el Dormitorio de la Luna.
- ¡P-pero qué frío! Ojalá me hubiese abrigado un poco más…— Dijo abrazándose al abrigo. Su aliento, blanquecino, se extendía en el aire. No estaba muy segura de si aquél frío se debía a lo tarde que era. — Más vale que llegue rápido al Dormitorio de la Luna…
Calentándose las manos con el aliento, comenzó a correr. El cabello le acariciaba ligeramente la nuca a cada paso. Posiblemente por la hora que era, no había nadie en la puerta principal, así que no tuvo problema alguno para entrar. Una vez dentro, se dirigió directamente a la entrada del dormitorio, y alargó la mano para coger el pomo de la puerta.
- Fuuka… parece ser el sujeto ideal para probar el efecto de las pastillas, ¿No?
Al oír su propio nombre, se quedó automáticamente paralizada, sosteniendo todavía el pomo. La siguiente voz que pudo oír fue la de Kain.
- Sí, es la época ideal, y además está comenzando a mostrar síntomas. Si no hubiese sido así, hubiese resultado algo más complicado observar el progreso…
- Sí… además le estás dando las pastillas con regularidad, por lo que es fácil seguir los progresos.
- Aidou, parece que te llevas bien con la chica, así que continúa la observación.
- No soy su amigo, maldita sea. Es un simple vampiro ex humano… además, la observación es un coñazo, no quiero hacerlo.
- ¿Ah, no? ¿Es que tú mismo no has estado cuidando de ella últimamente?
- En ese momento no tuve otra opción. Además, pensé que era una buena ocasión para darle las pastillas.
- Bueno, da igual. El caso es que ahora es mejor que sigamos observando el progreso.
Sujeto de experimentos. Progreso. Observación. Palabras que le resultaban muy, muy ajenas, se colaban en sus oídos. Fuuka se quedó paralizada, incapaz de mover un dedo. No entendía de qué podían estar hablando.
- Nunca hubiese pensado que esa chica era un vampiro…
- La primera noche, el presidente Kuran lo notó, por el olor de su sangre. - Que caiga al nivel E es sólo cuestión de tiempo…
Aquellas palabras que tan poco acostumbrada estaba a oír se cruzaban al otro lado de la puerta. Una cosa, sin embargo, era segura: estaban hablando de Fuuka. (¿Qué yo soy… un sujeto de experimento? Y eso de la observación… ¿qué demonios…? Esas pastillas de las que hablan… ¿Podrían ser las que Aidou- sempai ha estado dándome?) Fuuka, paralizada, notaba que le temblaban las piernas.
- Y todos los datos están anotados aquí. Aidou los ha estado apuntando con fidelidad, así que es un gran progreso.
Se oyó el sonido de las páginas de un libro, libreta… o algo parecido. Era la primera vez que Fuuka oía la siempre amable voz de Ichijou sonar de una forma tan fría, tan calmada. Aquél no era el Ichijou que Fuuka conocía.
- Me da pena acumular datos de ella de esta forma… pero tampoco tenemos mucho tiempo antes de que se convierta en vampiro— Una voz tan calmada… que daba miedo. (¿Qué… qué son esta gente? ¿Qué están diciendo? Vampiro.... un vampiro… ¿Yo?)
Quería salir corriendo de allí, pero no se le movían las piernas. Había oído más de lo que hubiese querido, y aquellas afiladas palabras, parecían haberse quedado grabadas en su cerebro.
- Aidou. ¿Qué opinas de su progreso?
- Las pastillas están funcionando bastante bien. Aun así, no creo que ya se pueda decir que su situación está progresando tan bien como cabría esperar.
- Ya… todavía está en esa fase en que todo parece poco más que un problema de anemia. Parece que aún tenemos algo más de tiempo antes de que se convierta.
- ¿Y se supone que estas pastillas en desarrollo pueden atrasar su conversión en vampiro?
- Eso dicen. Eso sería lo ideal. Aun así, si no observamos los progresos… no podemos llegar a ninguna conclusión.
(¿Los vampiros no son criaturas ficticias? Es mentira. Todo esto tiene que ser mentira…) Se empeñaba desesperadamente en pensar Fuuka, con los ojos inundados de lágrimas. Debía de tratarse de un error. Igual que aquella noche, no era más que una pesadilla. Una pesadilla, nada más. Pero estaba despierta. Desde luego, seguro que sus problemas de anemia no tenían nada que ver con todo aquello. (Que yo soy un vampiro… ¡Menuda tontería! Tiene que ser mentira) Casi incapaz de mantenerse de pie por el shock, se sentó en el suelo de la entrada.
- ¿¡Quién anda ahí ¡?— Exclamó Ruka con violencia al oír el débil ruido, abriendo la puerta de la entrada de repente.
El primero que salió afuera fue Aidou.
- ¡T-tú…! - Aidou-sempai… Aidou agachó la mirada hacia la chica que se sentaba en el suelo frente a él, con las lágrimas resbalando por sus mejillas. Fuuka se dio la vuelta y, levantándose, comenzó a correr.
- ¡Eh, espera!— Alargó el brazo para sujetarla, pero Fuuka escapó rápidamente. — Maldita sea…— Chasqueando la lengua, Aidou salió corriendo tras de ella.
Pensó que era mentira. Una broma pesada. Pero… la cara de Aidou al verla, de alguna forma, se lo había confirmado todo. Todo aquello era cierto. Se había sobresaltado visiblemente al verla… cuando se dio cuenta de que ella lo había oído todo. Corría sin parar, mordiéndose el labio con rabia. (¿Pero de qué va todo esto…?) Ya le costaba respirar, y las piernas se le cansaban progresivamente. No le importaba. Sólo quería seguir corriendo, salir huyendo. Huir de la realidad. De la… terrorífica realidad.
- Es mentira, es mentira, ¡Es mentira…!— Los ojos de Aidou le habían dicho que no quería que le preguntase nada. — ¿De verdad… es todo cierto?
Respirando precipitadamente, Fuuka al fin se detuvo, desmoronándose en el suelo. Su espalda se movía arriba y abajo cada vez que tomaba aire, y las lágrimas le caían sin cesar.
- ¿Por qué…? ¿Por qué esto…?
Tenía que pensar que todos le estaban mintiendo. El que fuesen así de amables con ella, no se había debido a que fuesen gente agradable, sino a que veían a Fuuka como a un vulgar sujeto de experimento. Como necesitaban tenerla vigilada, la habían invitado a ir siempre que quisiera. Y Fuuka, sin darse cuenta de nada, había ido siempre que había podido. Le habían tratado como a una marioneta.
- ¿Por qué…?
El día que se cayó, la sangre que fluyó de su mano, aquella sangre roja, con aquél olor tan peculiar… no era ya la de un humano, sino la de… un… monstruo.
- ¿Soy un… monstruo?
Oyó el sonido de unos pasos sobre la hierba. Comenzó viendo unos zapatos, unas piernas… y al levantar algo más la mirada, la calmada expresión de Aidou estaba allí, frente a ella.
- Aidou-sempai…

En la oscuridad, la cara de Fuuka, empalidecida por la luz de la luna, era inexpresiva como la de una muñeca. El viento nocturno, que movía ligeramente el cabello de Aidou, hacía que la distancia entre los dos se sintiese fría, gélida.
- ¿Estás bien?
- Aidou-sempai… ¿Qué quiere decir eso de que soy un vampiro?— Preguntó lanzándole una mirada llena de sentimiento. — Yo… soy una chica normal… No soy un monstruo… ni nada por el estilo…
Aidou se arrodilló, dejando su mirada a la altura de la de Fuuka.
- Eres una humana normal. Por ahora, claro…
- ¿Por ahora?
- Antes… antes de entrar en esta academia, durante las vacaciones de verano, tuviste un accidente. (¿Antes de venir a la academia…?) Fuuka entró directamente a cursar la secundaria alta desde otra escuela. Sin embargo, no recordaba que le hubiese pasado nada de lo que Aidou decía.
- ¿Un accidente…? Pero si eso no era más que un sueño…
No podía ser que no se tratase de eso, sino de un suceso real.
- Tuviste un accidente de verdad. Un accidente… mortal.
- ¿Cómo sabes eso? Ni siquiera yo me acuerdo de algo así.
Sin embargo, Aidou, sin escucharle, continuó hablando.
- Cuando tuviste ese accidente, entraste en un estado de… agonía; estuviste a punto de morir. Entonces… un vampiro de sangre pura que estaba cerca del lugar del accidente, olió tu sangre y te salvó. Bueno, en realidad no se podría decir que te salvase, pero…
Las palabras de Aidou, a Fuuka le parecían tremendamente lejanas. Incluso dentro de los vampiros, existían los de sangre pura, seres con una fuerza y poderes extraordinarios. No obstante, los humanos mordidos por un sangre pura, se convertían en vampiros. Y así, entraban en aquél círculo, adoptaban sus características… la sed de sangre. Y si se resistían a tomarla… no les esperaba más que la muerte como vampiro… …El último eslabón de la escala de los vampiros, el nivel E.
- ¿Por qué… por qué sabes eso, Aidou-sempai?
Aidou contestó con voz pacífica.
- Yo también soy un vampiro. Lo cierto es que… todos los alumnos de la clase nocturna lo somos. Hay muy pocos humanos que sepan eso, pero…
La verdad entró en la mente de Fuuka como una afilada aguja. Aidou, e Ichijou, y Ruka, y Kain, y Kaname. Todos, vampiros. No eran… personas. - Cuando estuviste a punto de morir, fuiste mordida por aquél vampiro de sangre pura, y te salvó convirtiéndote en vampiro. No hay duda de que tus recuerdos fueron manipulados por ese vampiro, pero al comenzar a tomar las pastillas… parece que han comenzado a regresar a ti como efecto secundario.
- ¡Eso es horrible! Yo no quería esto.
- ¿Odias a ese sangre pura? Si no te hubiese convertido en vampiro, ahora no estarías viva. ¿Eso te hace infeliz? Si hubieses muerto en aquél accidente… ¿Qué sería tu yo de ahora?— Su rostro parecía algo irritado. En aquél rostro había confusión, furia, paciencia… y muchos, muchos sentimientos entremezclados. Si de verdad pensase que Fuuka no era más que un sujeto de experimento, posiblemente no pondría esa cara. Debería ser más… frío. Frío como Ichijou, o como Ruka. (Hasta ahora he estado siempre con mi familia, con mis amigos… todo este tiempo, he sido muy feliz… Y pensar que creía que era algo normal, que iba a durar para siempre…) Al recordar la cara de sus padres y la de Kanae, una vez más, las lágrimas comenzaron a brotar por sus ojos. Si había podido vivir aquellos días felices habiendo huido de su destino de morir… sin duda el cambio había valido la pena. Pero un final así… era demasiado cruel.
- ¿Qué debería hacer, eh? ¿Qué se supone… que debería hacer…?— Una mano se posó sobre su cabeza con amabilidad.
- Sigue tomando las pastillas. Están en fase experimental, pero… por ahora es lo único que tenemos.
- Esas… ¿Pastillas?
- Sí. Las pastillas que te di, tienen la propiedad de retrasar el proceso de conversión en vampiro. Mientras te las vayas tomando, el proceso se irá ralentizando.
Fuuka clavó sus ojos en los de Aidou. Aquellos profundos ojos algo teñidos de indignación. De alguna manera, a Fuuka le daba la sensación de que se estaba preocupando por ella. Exhaló un suspiro.
- Vale, seguiré tomándolas. Aunque sea como sujeto de experimentos, me da igual. Yo… creo en ti, Aidou-sempai.
El labio de Aidou, en un instante, casi imperceptiblemente, tembló un poco. Necesitó mucha fuerza de voluntad para contenerse, dirigiendo la mirada al suelo.
- Claro que puedes creerme. ¿Soy un genio, sabes?


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Esperen al martes q subire el siguiente cap =)!! COmenten porfa ;D

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